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ELISA VALERIO

CURADORA Y CRÍTICA DE ARTE

María Carolina Fontana
Fundación Iturria
ArtNexus, #122 (junio 2024)

En la Fundación Iturria se expuso la muestra “.net” de María Carolina Fontana, una joven artista uruguaya. Se trata de una serie compuesta por diez lienzos de tamaño mediano (80 x 100 o 100 x 150 cm) pintados al óleo. Hay en la técnica y en la investigación en la historia del arte y de la cultura contemporánea, así como en la filosofía –especialmente en el posthumanismo–, un gran valor para Fontana, y sobre estas se erige y se fundamenta su obra. Hay una pieza madre –como las placas madre de las computadoras– que surgió mientras estaba realizando una residencia artística en el Chronus Art Center en Shanghái (China) entre 2019 y 2020. Alejada de su familia y amigos, en un contexto de pandemia y por videollamada toma conciencia –cual si fuera una suerte de epifanía– de la perspectiva, de los distintos puntos de vista y la pérdida de referencias: el recorte se impone.

Con esta idea en la mente, una vez en Uruguay, comienza a pintar las distintas ciudades que ha visitado a partir de una fotografía que toma desde una torre o edificio panorámico, desde uno de los puntos más altos de cada ciudad. De esta forma, realiza varias versiones de Shanghái, Montevideo, París y Punta del Este, y las pone en diálogo con representaciones que se desprenden de los circuitos de las placas madres de los ordenadores. Dado que las fotografías son tomadas desde la altura, esto le permite a la artista sintetizar la estructura del urbanismo en formas y volúmenes que cuanto más se alejan del centro más se bifurcan y se abren a caminos desconocidos. Así, los cortes se vuelven planos de color que dan lugar a la incertidumbre, a lo subjetivo y a la imaginación per se. Podríamos desear o pensar, como un siguiente paso, que estos planos se extienden infinitamente, volviendo los límites inexistentes o innecesarios, como si el punto máximo fuera que una de esas obras nos envolviera por completo, y poder así perder la noción de borde entre representación y realidad.

A su vez, estas ciudades se vuelven cada vez menos distinguibles, se funden como si fueran una sola: ¿producto de la globalización y homogeneización de la vida contemporánea? ¿O producto de esta mirada y punto de vista recortado que elige la artista? Si bien, en algunos casos, persisten algunos elementos que nos permiten identificar las ciudades a partir de edificios o construcciones icónicos. Shanghái (2022) fue la primera pieza de la serie, la inaugural, en la que predominan los verdes. En todas estas obras hubo una intención cromática y un recorte específicos que buscaban la prevalencia de los verdes, azules y grises, colores que justamente se relacionan con las placas madre de las computadoras. En el cuadro en el que estos vínculos y paralelismos se vuelven más evidentes es en .net doble (2023), en el que se genera una falsa simetría axial entre una placa madre y la ciudad de Montevideo.

Estos lienzos, si bien estáticos, nos transmiten una cierta idea de movimiento y vertiginosidad, como si en ellos encontráramos rastros de velocidad, en contraposición al tiempo y cuidado que lleva realizar cada una de las piezas. Pero que también nos remiten a la velocidad que nos envuelve y emana de estos circuitos y el frenético flujo de datos e información en el que vivimos inmersos.

La obra de Fontana tiene la capacidad de llegarnos desde diferentes distancias. Ante una primera impresión, los planos de color cobran total preponderancia. Desde una distancia media podemos captar más la ciudad y sus elementos (los edificios, los parques, las calles, los puentes), así como distinguir las placas madres de las ciudades, que en una primera mirada pueden confundirse. De igual manera, notamos cómo los edificios y las calles suavemente se van desintegrando en colores plenos que se expanden y se proyectan sobre la superficie de lienzo sin respetar una perspectiva tradicional, sino de forma imaginaria y artificiosa. Pero cuando nos inclinamos hacia adelante para alcanzar a ver lo más cerca posible el centro de sus cuadros, nos encontramos con una minuciosidad y un detalle increíbles en cada uno de sus componentes. Cabe destacar que la artista pinta a mano, no utiliza ninguna otra estrategia como el offset o el enmascarado para realizar estas finas líneas, sino que este se vuelve un desafío y un juego consigo misma.

Como toda muestra individual de un artista, nos permite intuir el recorrido que ha hecho y hará su obra; se perciben sus temas de interés y sus obsesiones o motivaciones. La era digital, la tecnología y la pintura: la contradicción entre estos elementos provenientes de distintos orígenes y tiempos convive en los espacios expansivos que construye Fontana en sus pinturas. La línea y la organización urbana que se expande aparecen como los elementos estructurantes del caos y el desorden que nos rodea. Parece ser que la artista buscara una forma de racionalizar y ordenar la realidad circundante. Dado que la conozco personalmente, puedo decir que su meticulosidad y disciplina son parte imprescindible de su trabajo y personalidad.

Por último, el nombre de la exposición “.net” alude a las redes de conexión (network) como un conjunto de redes que nos mantienen hiperconectados, que nos atraviesan, “conectan y atrapan”, señala la artista. Así, nos vemos envueltos en una realidad anómala, expansiva, que se proyecta hacia una realidad inexplorada, donde las relaciones entre el ser humano, la naturaleza, la ciudad y la tecnología son puestas a prueba.

 © 2024, ELISA VALERIO

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