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ELISA VALERIO

CURADORA Y CRÍTICA DE ARTE

Carla Witte. Museo Nacional de Artes Visuales
ArtNexus, #120 (junio-noviembre 2023)

La obra de Carla Witte (Leipzig, 1889-Montevideo, 1943) nos lleva a recorrer caminos inciertos, donde hay más dudas que certezas. Su producción es copiosa y diversa, el Museo Nacional de Artes Visuales junto con el Museo Agustín Araujo presentan la exposición “Autenticidad Radical” curada por la investigadora María Frick con una selección de 80 obras que muestran la versatilidad de esta artista.

Hay una gran cantidad de incertidumbre en cuanto a su vida y obra, ya que se tiene poca información y la revalorización de su trabajo e investigación de su vida en profundidad son recientes. La muestra es una primera aproximación para el público general, que desconoce su obra, y el resultado de un largo proceso de investigación. Esta investigación fue posible gracias al proyecto «Patrimonio cultural y desarrollo local. Una oportunidad singular: la colección Carla Witte del Museo Agustín Araújo» que congregó a más de diez investigadores, de tres facultades distintas de la Universidad de la República por más de dos años de trabajo.

 

Entre todas estas preguntas inconclusas, se destacan algunos datos: Carla Witte fue una artista mujer de origen alemán, que vivió en la Alemania de Weimar, con una educación evangélico-luterana, que emigró a Latinoamérica. Durante sus años en Alemania, vivió en Leipzig y Berlín, donde estudió entre 1905 y 1908 en la Real Academia de Artes Gráficas y Técnica del Libro.  En 1923 llegó al Paraguay, donde residió hasta 1927. Luego, se instaló en Uruguay hasta su muerte —se suicidó en 1943—.

 

La obra de Witte abarca una gran cantidad de técnicas y formas artísticas, en ocasiones, marginales, que revalorizan el lugar que ocupan estos géneros y disciplinas en la historia del arte nacional. Dado que se desconocen las fechas de producción de la mayoría de sus trabajos, la muestra se organiza por ejes temáticos: una serie sobre su estadía en Paraguay, ilustraciones para la revista La Pluma, retratos y desnudos, obras de carácter religioso, otras  sobre el carnaval y una selección de serigrafías. A su vez, en una vitrina se muestran algunos de sus trabajos como diseñadora gráfica para distintas marcas y empresas uruguayas de la época, entre ellas radio Carve o la Alianza Uruguaya de Estados Unidos.

 

Al comienzo de este recorrido encontramos obras de corte posimpresionista, de pincelada suelta y rápida, de gran colorido en témpera, óleo y pastel. Por ejemplo, en su estancia en Paraguay produjo piezas que muestran la densidad y lo abrumador de la vegetación, entre amenazante e idílica, con personajes característicos de la época, que permiten observar los roles y la estratificación social imperante, entre otras escenas de la vida cotidiana de esa nueva nación que se estaba conformando en contraposición a las grandes urbes Europeas en las que había vivido Witte anteriormente. En la tempera Sin título (carrusel) podemos encontrar algunos rasgos expresionistas: hay una distorsión del color (hay personajes con la piel azul, por ejemplo) y es plana —no hay perspectiva—.

 

Sin embargo, su obra más expresionista son una serie de ilustraciones en tinta sobre papel y fueron encargadas en su mayoría por Álvaro Araújo, autor y traductor de varios artículos de la revista La Pluma —publicación periódica sobre literatura, ciencia y arte nacional que se publicó entre 1927 y 1931—. Entre 1928 y 1931 Witte realizó 15 ilustraciones para la revista en 6 números distintos. Estas en su mayoría retratan el dolor, la angustia, el sufrimiento e incluso la tortura. Los dibujos son desgarradores, con una gran carga afectiva y emocional, de pincelada rápida y segura. En Venganza organizada (1929), que ilustra un cuento homónimo de Oscar Wilde, Witte genera una escena dramática, vigorosa y dinámica, donde se está sometiendo a la horca a uno de los personajes mientras los demás contemplan la escena, con un claro componente de crítica social.

 

Por otro lado, encontramos una serie de retratos en carbonilla y pastel que en unos pocos trazos resuelven con gran acierto las figuras y las expresiones. Con recursos mínimos, Witte logra captar los rasgos distintivos de cada personaje en un primer plano y prescinde de otro tipo de elementos. Entre los retratos de los personajes culturales de la época, está el de Joaquín Torres García, referente del arte uruguayo y coetáneo de Witte. En la misma técnica hay un grupo de obras de desnudos femeninos de gran sensualidad que presentan un cuerpo femenino curvilíneo, donde las poses y la mirada no son las más tradicionales del género, sino que adoptan en ocasiones una mirada penetrante y desafiante.

 

Otro cantar son las tallas en madera en muy distintos tamaños que denotan un laborioso trabajo en la textura. Estas en su mayoría están asociadas al tema religioso, donde la opresión, la culpa, el dolor y la angustia son predominantes. La textura de la madera y el efecto que genera la luz sobre esta otorgan gran dramatismo a cada pieza. Este es el caso de la escultura La voz (c. 1938), en la que vemos a un hombre susurrarle a una mujer mientras ella hace un gesto con las manos. Las manos son justamente un elemento muy presente en la obra de Witte, sobre todo vinculadas a lo religioso, donde aparecen en posición de súplica, rezo o pidiendo clemencia…

 

El transcurrir de la vida de Witte evidentemente no fue fácil, hay una gran carga trágica y de dolor; pero nos dejó un cuerpo de obra vasto, profundo y contundente que amerita un mayor reconocimiento.

 © 2024, ELISA VALERIO

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